Aún recuerdo ese 1989 cuando finalizaba mis estudios de
preparatoria y como muchos compañeros no teníamos muy claro que carrera íbamos a
tomar. No solo por la inocencia de la juventud, en aquel entonces tenía que ver
con hasta donde nos podían apoyar nuestros padres.
Siempre estuve en escuelas públicas, es algo que les agradezco
a mis padres y de lo que hasta el día de hoy me siento orgulloso, nunca fui un
alumno con calificaciones de excelencia, pero recuerdo que eso del estudio si
se me daba, por lo menos recuerdo muchos retos y todos los alcancé.
En cierta ocasión y como muchos adolescentes, estábamos en vísperas
del cuarto examen parcial de algebra, y el coco eran las identidades trigonométricas,
recuerdo que necesitaba al modo un cien para poder acreditar la materia y no
ponerle esa mancha roja a mi boleta de calificaciones de que tenía reprobada
una. Decidí tomar al toro por los cuernos y a tan solo una semana del examen
final hablé con el maestro Martin Cazares para proponerle algo al respecto.
La propuesta era que yo era capaz de sacarle un cien en el
examen final que iba hacer de identidades trigonométricas, pero que no veía justo
que si sacaba cien mi calificación final fuera un sesenta debido a que él era
el único maestro que en el cuarto parcial nos lo ponía como examen global y volvía
a evaluar todos los temas. El sesenta era porque ese sería mi promedio aun
sacando cien en el examen final.
Después de mucha estira y aflojé al final acepto mi reto, desde
entonces ya traía ese no sé qué de interactuar con las personas, más adelante entendí
que se trata de relaciones humanas o este rollo de la política, o como le
quieran llamar, el caso es que acepto el reto, cosa que le agradecí toda mi
vida, aunque nunca se lo dije.
Seré breve, entonces acudí a la familia obvio y que me lanzo
con mi hermano mayor Julio Marín que en aquellos años ya vivía en Guaymas
procedente de la UNAM egresado de la facultad de ingeniería, de aquí soy me
dije jaja y desde entonces mi hermano ha sido mi mayor consejero, de hecho, él
y mi padre son dos de los grandes hombres que siempre su opinión para mi son las
más importante.
Entonces que me pongo a estudiar día y noche sin descanso y
sin hacerle al loco, empecé a entender como atacar los problemas para poderlos resolver,
y solo la practica me hizo hábil, logre tener tanta habilidad para resolver
cualquier problema que empezó a suceder algo genial, domine el tema, me volví
un experto en algebra lineal, en identidades trigonométricas, en derivadas,
derivadas parciales integrales y todo lo que se imaginan.
Al final de todo, presente mi examen y mi calificación fue
cien, un cien que aún recuerdo fue una de mis mejores satisfacciones, un cien
que me sabia a oro, a gloria, un cien que me salvaba la vida, me salvaba de
reprobar y no poder ingresar a la universidad, un cien que marco mi vida. Lo
curioso fue que mi calificación final en esa materia no fue cien, no importa,
tampoco fue un sesenta.
Mi llegada al ITMAR fue un tanto cuanto inesperada, de hecho,
fue mi plan C, mi primera opción Monterrey una ciudad grande donde podía estudiar
y jugar futbol, si futbol, mi ilusión era llegar al máximo circuito del futbol
nacional, tenía tan solo diez y nueve años, a esa edad nada es imposible, y no
lo fue, viaje a la Autónoma de Nuevo León en Julio de 1989 presente mi examen
de admisión en la facultad de arquitectura.
El otro plan era Sonora, pero en aquel entonces en el estado
no existía esa carrera aun, y por ultimo Guaymas, el ITSON o el ITMAR, al final
y después de platicar con mi padre, y evaluar la situación, decidí que, para el
bien de todos, me quedaría en Guaymas en el Instituto Tecnológico del Mar. Además
de que en Guaymas ya había futbol profesional de tercera división. Así fue como
ingrese al ITMAR donde lo único que me pasó, fueron cosas maravillosas, de las
cuales guardo enormes recuerdos de esta institución que me abrió sus puertas y
de la cual egrese siendo la quinta generación de la carrera de ingeniería marítima
con la opción en obras marítimas y portuarias.
Bueno hasta aquí le paramos, algún día no muy lejano les
contare, como llegue al ITSON de donde tengo también grandes cosas que
recordar, les mando un fuerte abrazo y que éste hermoso día sea genial para
todos ustedes. Recuerden #JaqueAlRey mis amigos.
Fraternalmente su amigo
Víctor Marín Martínez