Rogelio Guedea
Justicia que llega tarde.
La justicia mexicana se tardó varios lustros en apresar a la
dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba
Esther Gordillo Morales, aun cuando se tenían evidencias por demás claras de
sus corruptelas, tráfico de influencias incluido.
Tal vez sea esta demora la que vuelve a dejar a los
mexicanos un poco con la zozobra de que en realidad, por encima de la
aplicación de la justicia, esta defenestración fue realmente motivada por una
venganza política, sobre todo considerando que La Maestra, como se le conoce,
estuvo reacia a la Reforma Educativa aprobada constitucionalmente justo dos
días antes de su detención.
Lo único que podría dar credibilidad al encarcelamiento de
la máxima líder de los maestros en México es que lo mismo que se hizo con ella
se haga con otros políticos, dirigentes sindicales y servidores públicos que
gozan de igual o peor reputación y que, por tanto, también han agraviado
descaradamente al país.
Si no se hace así, el estado de Derecho mexicano, ya de por
sí endeble, se irá otra vez de bruces sobre el pavimento, pues estará claro que
de él no emanará la justicia (como debe ser), sino la insensatez.
Que se ha hecho justicia con la detención de La Maestra a
nadie le queda duda, pero que la aplicación estricta de la ley sea para unos y
no para todos, nos coloca en una peor posición: la tiranía, y no en una
república de verdad, la cual, según Cicerón, está conformada por “una sociedad
al amparo del derecho y con fines de utilidad común”.
Sea como fuere, si ya la caída de Elba Esther Gordillo se
dio de una forma y en un momento poco afortunados, por lo menos que la llegada
del nuevo dirigente del SNTE, Juan Díaz de la Torre, no haya sido una imposición
de la facción que tiene el mando del país en este momento, porque eso, para la
sociedad mexicana, sería como salir de una porqueriza para entrar en otra.
Eso sí: deja mucho ya qué pensar que el nuevo líder del
SNTE, a unas horas de su ungimiento, haya manifestado abiertamente su apoyo a
la Reforma Educativa.
Por lo demás: para resarcir todos los daños que La Maestra
dejó en la educación mexicana no ajustan 40 años. Ni siquiera una vida, a decir
verdad.
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