domingo, 24 de febrero de 2013

César Camacho Quiroz: El candil de la calle

Foto: Pablo Ramos García

FRAGMENTO / SDPNoticias / EL NOLATO
O de la consecuencia de un político muy inconsecuente llamado César Camacho Quiroz.

César Camacho Quiroz, dirigente nacional del PRI, recién descalificó las alianzas electorales que PRD y PAN prefiguran para las elecciones de mediados de esta año arguyendo que las mismas, por estar fundadas en plataformas ideológicas tan distintas, carecen de una “oferta política en favor de los ciudadanos y buscan únicamente detener al PRI”, lo cual, agregó, “es un planteamiento reducido y pobre”.

Con estas declaraciones César Camacho mete los choclos en un tema que me queda claro no domina porque incurre en feas contradicciones que le ponen en evidencia como un político muy inconsecuente que juzga a sus rivales en términos muy consecuentes. Enseguida le explico el porqué de esto. Pero antes déjeme decirle algo muy importante en el siguiente apartado, y que debe servirnos siempre de punto de referencia en este tipo de asuntos.

¿Qué es la ideología?:

Hay en la historia del pensamiento al menos cuatro nociones de la palabra ideología. Mas, en lo que toca a la noción que nos ocupa aquí, que es el modo en que Camacho la asume dada su condición de político, la comprendemos como revelación honesta de un partido en torno a una noción de una realidad social determinada y de los propósitos políticos que se estiman conducentes al caso.

Pero para que una ideología tenga alguna posibilidad de existir en este sentido, es preciso que cumpla al menos dos condiciones. Primera, que los conceptos de dicha ideología deben estar libres de toda contradicción en el plano lógico. De cierto que toda contradicción en los conceptos que edifican una ideología ha de terminar por resolverla en calidad de una nada. Pero además, la posibilidad de una ideología no solo se resuelve en el plano formal, sino que además sus conceptos deben apelar a un dato, a algo existente en la realidad social que pretende describir y también en lo que se refiere a los propósitos políticos al caso.

En breve, una ideología, para ser posible, debe ser una noción coherente de la realidad social y un sumario de acciones prácticas de política que sean posibles con consecuencia ética.

Para ejemplo, digamos que una ideología coherente que proclame la supremacía de la felicidad colectiva por sobre la felicidad individual, ha de exigir de sus seguidores, para ser posible, un estricto apego a ese principio como norma de vida individual. Y por supuesto que queda claro que una ideología coherente en lo formal, pero que exija una consecuencia ética imposible de lograr en los límites de lo humano - por ejemplo la santidad -, es imposible por definición.

El César Camacho consecuente:

Mas hagamos un supuesto heroico en favor de César Camacho y concedamos que los partidos políticos en este país sí tienen ideologías coherentes, que cubren con lo formal, lógico, y que con ello nos dan sus nociones respectivas de la realidad social del país y sus propósitos políticos al caso.

A partir de ahí, de ese supuesto, luego debemos decir que no hay mayor verdad que la que ha dicho César Camacho en sus declaraciones. En efecto, dos ideologías que, al menos en el papel, revelan nociones de realidades tan opuestas, como son las del PAN y el PRD, no tienen posibilidad alguna de existencia cuando fusionadas en alianza por un simple hecho: son contradictorias en lo formal, en sus conceptos, y con ello anulan su propia posibilidad. Y debo decir que César Camacho se muestra benévolo en este terreno con PAN y PRD, porque lo cierto es que toda alianza en este plano no se concreta como "un planteamiento reducido y pobre"- como lo dice el mismo Camacho -, sino como una nada.

El César Camacho inconsecuente:

Pero si César Camacho se muestra riguroso en su juicio sobre la imposibilidad formal de la alianza PAN-PRD, al mismo tiempo se muestra muy complaciente con la incoherencia de su propio partido en lo que toca a ideología.

En efecto, si el PRI se muestra como un vigoroso partidario de los valores democráticos al menos en el papel, en los hechos se muestra con grande inconsecuencia ética, lo cual ya resta toda posibilidad a su misma ideología. Y el saldo de la historia de ese partido es por demás elocuente respecto a esa inconsecuencia. Se trata de un inventario de daños priistas a la nación que es simplemente asfixiante. Y veamos en un solo párrafo solo algunos de estos actos que atentan deliberadamente contra el principal activo de toda ideología con matices democráticos: la felicidad del colectivo...o al menos de los más.

El México moderno conformado por una abrumadora mayoría de miserables cargando en sus hombros a un club selecto de multimillonarios expoliadores del patrimonio nacional y de orden ya global, es obra y gracia del PRI. Las recientes reformas estatutarias en el PRI, con marcado tufo neoliberal, no hacen sino reafirmar la voluntad de ese partido por seguir replicando hasta las últimas consecuencias las mismas tácticas predadoras sobre la nación. El FOBAPROA fue también  obra y gracia del PRI, y sabemos que este acto de autoridad arbitraria constituyó la realización de una parte de la irracional máxima del neoliberalismo: Socialización de pérdidas privadas. El régimen usurpador de Felipe Calderón fue posible gracias a la colaboración silenciosa del PRI; un régimen usurpador que, por violar los principios democráticos, pagó su pena concretándose en un régimen de pobreza y muerte. Enrique Peña Nieto accedió al poder con ardides que dejaron suficientes indicios de un grave pecado del PRI contra la soberanía del pueblo - Sorianazo, Monex, muertos que hacían negocios, proletarios millonarios, importadoras que no importaban, consejeros electorales sombríos y cachirules, y un larguísimo etcétera -; indicios que, en un país verdaderamente democrático, hubieran bastado para realizar una investigación fulminante cuyos resultados podrían haber apuntado de manera muy verosímil, no solo a la anulación del supuesto triunfo de EPN, sino hasta llevar a presidio a muchos priistas de por vida, toda vez que hablamos de pecados contra la nación. Y remárquese que este tipo de acciones políticas solo manifiestan la ansiedad de los políticos priistas por hacerse del poder al costo que sea con la vista en provecho individual, puesto que son absolutamente contrarias a la felicidad de los más.

Cierro este ligerísimo muestreo del enorme inventario priista de pecados contra la nación con la siguiente pregunta de actualidad:

¿Ha manifestado César Camacho su exigencia para que se investigue la "extraña solvencia" del célebre senador priista Romero Deschamps por aquello del indicio claro que ofrece su regalo esplendido a su hijo en el cuerpo de un auto Ferrari cuyo costo anda rayando los 25 millones de pesos? Y tómese en cuenta que el asunto del senador Romero no es menor, despreciable. Se trata de un líder petrolero que, en estos actos desmesurados, puede constituir tan solo la ligera punta de un colosal iceberg que cala hondo en el patrimonio y la consecuente felicidad de la nación.

Lo apuntado hasta aquí basta para afirmar de manera rotunda y categórica que la ideología del PRI, de existir en el plano al menos formal, como documento coherente - algo que pongo en muy seria duda -, no es real, no es dato del mundo real. Esto, porque la realidad política descarnada de ese partido es opuesta por completo a los propósitos políticos de un partido que presume o se jacta de una ideología de matiz democrático. Y esta oposición entre la realidad de la praxis del PRI y sus propósitos teóricos ya nos habla de una colosal inconsecuencia ética. Y recuerde el lector que la consecuencia ética es precisamente una de las dos condiciones que veíamos al principio del apunte como necesarias para que una ideología se considere al menos como posible y luego como existente.

Debe concluirse que el PRI no tiene ideología. La tendrá como documento coherente, formal - algo muy dudoso, lo vuelvo a repetir -, pero dicha ideología priista no es un dato del mundo real, no existe en los hechos. Y como lo dicho hasta aquí es perfectamente aplicable a todos los partidos en México por igual - de lo cual hago excepción de Morena porque está por verse -, debemos concluir que no existe ideología de partidos políticos en este país. Y si no existe ideología de partidos, ni en el mismo PRI, luego tenemos que corregir las expresiones de César Camacho para decir lo siguiente más o menos en sus mismos términos:

Todos los partidos políticos en México, al carecer de una ideología, carecen de una “oferta política en favor de los ciudadanos". Sus discursos y proclamas, más que "planteamientos reducidos y pobres”, son conjuntos vacíos, sin contenido.

Pero como César Camacho está sumado a la misma inconsecuencia de su partido, el PRI - acto comprensible por ser el sumo sacerdote en turno -, luego debemos decir que César Camacho es un político muy inconsecuente que juzga a su enemigos de manera muy consecuente. Consecuente cuando camina por la calle, pero muy inconsecuente cuando está en su casa. En llano, con estas declaraciones César Camacho Quiroz se muestra como candil de la calle y oscuridad de su casa.

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