Desde fines del siglo XX e inicios del siglo XXI la
tecnología ha avanzado a pasos agigantados, dando la mano a todas las ciencias
estudiadas por el hombre, una de ellas la ingeniería civil.
Desde que nuestros antepasados hicieron grandes obras
civiles como las pirámides de Egipto, las pirámides de los aztecas, las
construcciones de Grecia , Roma y hasta Machupicchu, el hombre siempre ha sido
ambicioso y nunca ha sido conformista, siempre ha querido más y es por esto que
se desarrollo cada vez más, se perfeccionó e inventó cosas cada vez más
sorprendentes.
Al ser la ingeniería civil una de las ramas antiguas de la
ingeniería, es una de las que está en progreso continuo , esto le ha permitido
desarrollar técnicas más complejas, en cada rubro de la ingeniería civil,
perfeccionando el concreto, las estructuras , los cálculos antisísmicos, la
resistencia de materiales ante fuertes fuerzas, la construcción
superconstrucciones, ahora nada es impedimento para la construcción de alguna
obra, ni el terreno, ni el tipo de suelo, ni las condiciones climáticas, ni la
naturaleza, todo esto se puede vencer con ingenio y estudio profundo.
La informática también es un factor que está haciendo que la
ingeniería civil avance más rápido, dejando atrás los trazos y dibujos a mano,
facilitando el cálculo estructural, realizando simulaciones de sismos u otros,
y muchos más beneficios de este.
Actualmente como una de las industrias más importantes, la
ingeniería civil está a la vanguardia de todo y sigue avanzando más.
La maravilla de Dubái
Dubái tiene el único hotel siete estrellas del planeta. Está
construyendo el edificio más alto del globo. Y planea crear un archipiélago
llamado The World, que recreará a escala los cinco continentes, y cuyos
terrenos ya están siendo adquiridos por famosos y millonarios. Mezcla de islam,
ultra modernidad y opulencia, la Llamada Ciudad del Oro sorprende por donde se
le mire. Esta no es una ciudad de otro mundo, pero a veces parece que lo fuera.
Los Emiratos Árabes existen hace sólo tres décadas, pero hoy
es una de las potencias económicas del mundo. En tiempo récord, el país pasó de
ser de un pequeño reino de nómadas a una próspera potencia petrolera. Aspira
convertirse en uno de los centros turísticos y financieros más importantes del
mundo, y ya tiene una cara que deslumbra: Dubái, la joya del golfo Arábigo, y
una de las ciudades más sorprendentes del Medio Oriente.
El proyecto Dubái no era más que un pequeño asentamiento
humano a orillas del golfo Arábigo, sustentado por la pesca y el comercio de
piedras preciosas. Siempre fue un pueblo dominado, primero por los turcos,
luego por los mongoles, los portugueses y, finalmente, los ingleses. Ellos
estuvieron en la zona hasta 1971, cuando la mayoría de los reinos (excepto
Qatar y Bahrein) acordaron unirse y formar los Emiratos Árabes Unidos.
El artífice de ese hecho fue el sheikh Zayed bin Sultán Al
Nahyan, que gobernó Dubái hasta su muerte, en noviembre de 2004. Bajo su
mandato, este emirato se convirtió en una urbe ultramoderna, con una economía
poderosa, que no sólo se basa en el petróleo, sino también en el comercio y el
turismo.
El comienzo de toda visita a la ciudad es el Dubái Creek, un
canal que entra desde el mar y que la divide en dos.
Por el Norte está Deira, la parte comercial y tradicional, y
por el Sur Bur Dubái, donde se mezcla la ciudad histórica con los barrios
modernos.
Esta ciudad no es fácil de recorrer a pie, pero en la costanera
podrá pasear a bordo de un abra o taxi acuático, y así evitarse los tacos de
los puentes y túneles. Funcionan hasta medianoche y un recorrido de diez
minutos cuesta treinta centavos de dólar. Ahora, si quiere algo más completo
para navegar el canal, Creekside Leisure hace recorridos de una hora en los
dhows, barcos tradicionales pesqueros adecuados al turismo (US$ 10).
Es recomendable adentrarse en Deira, el centro del comercio
y de los zocos, los mercados tradicionales. Por veinte dirhams (US$ 6) se puede
fumar shisha, la famosa pipa de agua árabe con agradables esencias de tabaco.
Por aquí también es posible probar algo de la comida local, como el falafel
(bolitas fritas hechas de puré de garbanzos y semillas de sésamo), labbouleh
(maíz partido y remojado mezclado con tomates, cebolla, menta y perejil), o
koussa mahshi (calabacines rellenos). No encontrará cerdo. Está prohibido por
el islam. El café tradicional O gahwa se sirve sin azúcar, y es símbolo de
bienvenida y hospitalidad.
Dubái también es conocida como la Ciudad del Oro, así que,
si quiere mirar vidrieras o si su billetera aguanta vaya al Gold Souk (Nr.
Hyatt Regency Intl, Deira). Es un laberinto de tiendas donde venden joyas de
este metal y también piedras preciosas. O vaya al zoco cubierto y a la Deira
Tower, sitios ideales para alfombras y especias.
Jumeirah es el barrio de fastuosas residencias, hoteles de
lujo y movida nocturna. Tiene excelentes playas y una de las mezquitas más
bellas de Medio Oriente. Además es la única que se puede visitar en Dubai. En
Jumeirah hay unos 400 hoteles, y el 75 por ciento, cinco estrellas. El más
famoso de ellos es el Burj Al Arab, cuya peculiar silueta destaca a kilómetros
de distancia. ¿Recuerda el partido de tenis entre Roger Federer y André Aggasi
jugado hace unos meses en un helipuerto? Bueno, era el Burj Al Ara (
www.burj-al-arab.com ). Está en una isla artificial, es el hotel más alto del
mundo y el único que puede decirse de siete estrellas por la variedad de
servicios que posee.
Si por esas casualidades de la vida no dispone de tres mil
dólares diarios para alojarse allí, sepa que al menos podrá verlo desde la
playa. Parecerá entonces que no está en el Medio Oriente, entre dunas y
camellos. De ninguna manera. Usted está en Dubái.
No hay comentarios:
Publicar un comentario