Foto: Pablo Ramos García
FRAGMENTO / SDPNoticias / EL NOLATO
O de la consecuencia de un político muy inconsecuente
llamado César Camacho Quiroz.
César Camacho Quiroz, dirigente nacional del PRI, recién
descalificó las alianzas electorales que PRD y PAN prefiguran para las
elecciones de mediados de esta año arguyendo que las mismas, por estar fundadas
en plataformas ideológicas tan distintas, carecen de una “oferta política en
favor de los ciudadanos y buscan únicamente detener al PRI”, lo cual, agregó,
“es un planteamiento reducido y pobre”.
Con estas declaraciones César Camacho mete los choclos en un
tema que me queda claro no domina porque incurre en feas contradicciones que le
ponen en evidencia como un político muy inconsecuente que juzga a sus rivales
en términos muy consecuentes. Enseguida le explico el porqué de esto. Pero
antes déjeme decirle algo muy importante en el siguiente apartado, y que debe
servirnos siempre de punto de referencia en este tipo de asuntos.
¿Qué es la ideología?:
Hay en la historia del pensamiento al menos cuatro nociones
de la palabra ideología. Mas, en lo que toca a la noción que nos ocupa aquí,
que es el modo en que Camacho la asume dada su condición de político, la
comprendemos como revelación honesta de un partido en torno a una noción de una
realidad social determinada y de los propósitos políticos que se estiman
conducentes al caso.
Pero para que una ideología tenga alguna posibilidad de
existir en este sentido, es preciso que cumpla al menos dos condiciones.
Primera, que los conceptos de dicha ideología deben estar libres de toda
contradicción en el plano lógico. De cierto que toda contradicción en los
conceptos que edifican una ideología ha de terminar por resolverla en calidad
de una nada. Pero además, la posibilidad de una ideología no solo se resuelve en
el plano formal, sino que además sus conceptos deben apelar a un dato, a algo
existente en la realidad social que pretende describir y también en lo que se
refiere a los propósitos políticos al caso.
En breve, una ideología, para ser posible, debe ser una
noción coherente de la realidad social y un sumario de acciones prácticas de
política que sean posibles con consecuencia ética.
Para ejemplo, digamos que una ideología coherente que
proclame la supremacía de la felicidad colectiva por sobre la felicidad
individual, ha de exigir de sus seguidores, para ser posible, un estricto apego
a ese principio como norma de vida individual. Y por supuesto que queda claro
que una ideología coherente en lo formal, pero que exija una consecuencia ética
imposible de lograr en los límites de lo humano - por ejemplo la santidad -, es
imposible por definición.
El César Camacho consecuente:
Mas hagamos un supuesto heroico en favor de César Camacho y
concedamos que los partidos políticos en este país sí tienen ideologías
coherentes, que cubren con lo formal, lógico, y que con ello nos dan sus
nociones respectivas de la realidad social del país y sus propósitos políticos
al caso.
A partir de ahí, de ese supuesto, luego debemos decir que no
hay mayor verdad que la que ha dicho César Camacho en sus declaraciones. En
efecto, dos ideologías que, al menos en el papel, revelan nociones de
realidades tan opuestas, como son las del PAN y el PRD, no tienen posibilidad
alguna de existencia cuando fusionadas en alianza por un simple hecho: son
contradictorias en lo formal, en sus conceptos, y con ello anulan su propia
posibilidad. Y debo decir que César Camacho se muestra benévolo en este terreno
con PAN y PRD, porque lo cierto es que toda alianza en este plano no se
concreta como "un planteamiento reducido y pobre"- como lo dice el
mismo Camacho -, sino como una nada.
El César Camacho inconsecuente:
Pero si César Camacho se muestra riguroso en su juicio sobre
la imposibilidad formal de la alianza PAN-PRD, al mismo tiempo se muestra muy
complaciente con la incoherencia de su propio partido en lo que toca a
ideología.
En efecto, si el PRI se muestra como un vigoroso partidario
de los valores democráticos al menos en el papel, en los hechos se muestra con
grande inconsecuencia ética, lo cual ya resta toda posibilidad a su misma
ideología. Y el saldo de la historia de ese partido es por demás elocuente
respecto a esa inconsecuencia. Se trata de un inventario de daños priistas a la
nación que es simplemente asfixiante. Y veamos en un solo párrafo solo algunos
de estos actos que atentan deliberadamente contra el principal activo de toda
ideología con matices democráticos: la felicidad del colectivo...o al menos de
los más.
El México moderno conformado por una abrumadora mayoría de
miserables cargando en sus hombros a un club selecto de multimillonarios
expoliadores del patrimonio nacional y de orden ya global, es obra y gracia del
PRI. Las recientes reformas estatutarias en el PRI, con marcado tufo
neoliberal, no hacen sino reafirmar la voluntad de ese partido por seguir
replicando hasta las últimas consecuencias las mismas tácticas predadoras sobre
la nación. El FOBAPROA fue también obra
y gracia del PRI, y sabemos que este acto de autoridad arbitraria constituyó la
realización de una parte de la irracional máxima del neoliberalismo:
Socialización de pérdidas privadas. El régimen usurpador de Felipe Calderón fue
posible gracias a la colaboración silenciosa del PRI; un régimen usurpador que,
por violar los principios democráticos, pagó su pena concretándose en un
régimen de pobreza y muerte. Enrique Peña Nieto accedió al poder con ardides
que dejaron suficientes indicios de un grave pecado del PRI contra la soberanía
del pueblo - Sorianazo, Monex, muertos que hacían negocios, proletarios
millonarios, importadoras que no importaban, consejeros electorales sombríos y
cachirules, y un larguísimo etcétera -; indicios que, en un país verdaderamente
democrático, hubieran bastado para realizar una investigación fulminante cuyos
resultados podrían haber apuntado de manera muy verosímil, no solo a la
anulación del supuesto triunfo de EPN, sino hasta llevar a presidio a muchos
priistas de por vida, toda vez que hablamos de pecados contra la nación. Y
remárquese que este tipo de acciones políticas solo manifiestan la ansiedad de
los políticos priistas por hacerse del poder al costo que sea con la vista en
provecho individual, puesto que son absolutamente contrarias a la felicidad de
los más.
Cierro este ligerísimo muestreo del enorme inventario
priista de pecados contra la nación con la siguiente pregunta de actualidad:
¿Ha manifestado César Camacho su exigencia para que se
investigue la "extraña solvencia" del célebre senador priista Romero
Deschamps por aquello del indicio claro que ofrece su regalo esplendido a su
hijo en el cuerpo de un auto Ferrari cuyo costo anda rayando los 25 millones de
pesos? Y tómese en cuenta que el asunto del senador Romero no es menor,
despreciable. Se trata de un líder petrolero que, en estos actos desmesurados,
puede constituir tan solo la ligera punta de un colosal iceberg que cala hondo
en el patrimonio y la consecuente felicidad de la nación.
Lo apuntado hasta aquí basta para afirmar de manera rotunda
y categórica que la ideología del PRI, de existir en el plano al menos formal,
como documento coherente - algo que pongo en muy seria duda -, no es real, no
es dato del mundo real. Esto, porque la realidad política descarnada de ese partido
es opuesta por completo a los propósitos políticos de un partido que presume o
se jacta de una ideología de matiz democrático. Y esta oposición entre la
realidad de la praxis del PRI y sus propósitos teóricos ya nos habla de una
colosal inconsecuencia ética. Y recuerde el lector que la consecuencia ética es
precisamente una de las dos condiciones que veíamos al principio del apunte
como necesarias para que una ideología se considere al menos como posible y
luego como existente.
Debe concluirse que el PRI no tiene ideología. La tendrá
como documento coherente, formal - algo muy dudoso, lo vuelvo a repetir -, pero
dicha ideología priista no es un dato del mundo real, no existe en los hechos.
Y como lo dicho hasta aquí es perfectamente aplicable a todos los partidos en
México por igual - de lo cual hago excepción de Morena porque está por verse -,
debemos concluir que no existe ideología de partidos políticos en este país. Y
si no existe ideología de partidos, ni en el mismo PRI, luego tenemos que corregir
las expresiones de César Camacho para decir lo siguiente más o menos en sus
mismos términos:
Todos los partidos políticos en México, al carecer de una
ideología, carecen de una “oferta política en favor de los ciudadanos".
Sus discursos y proclamas, más que "planteamientos reducidos y pobres”,
son conjuntos vacíos, sin contenido.
Pero como César Camacho está sumado a la misma
inconsecuencia de su partido, el PRI - acto comprensible por ser el sumo
sacerdote en turno -, luego debemos decir que César Camacho es un político muy
inconsecuente que juzga a su enemigos de manera muy consecuente. Consecuente
cuando camina por la calle, pero muy inconsecuente cuando está en su casa. En
llano, con estas declaraciones César Camacho Quiroz se muestra como candil de
la calle y oscuridad de su casa.