Alexis
Antonio Sánchez Solís
Sin
precedente alguno en la historia moderna de México, un cambio verdadero es
posible. Está a la vuelta de la esquina. Y está también en manos de los
jóvenes.
Para la ONU,
los indicadores que hablan de 'jóvenes' refieren al segmento de entre 18 y 29
años de edad. El padrón electoral mexicano lo conforma un 30% de ellos, es
decir 23 millones 700mil votantes.
14 millones
de ellos tendrán la oportunidad de elgir por primera vez a un presidente de la
república y 3.5 millones y medio, sufragarán por primera vez.
Para un país
en el que el sector juvenil es el de mayor índice de abstencionismo,
principalmente con pretextos de que el voto es inútil y otros clichés sin
sentido, esta es la oportunidad de informarse, hacer conciencia y generar el
cambio radical que el país necesita.
Encuestadoras
serias de esas que no aparecen en televisión ni en medios impresos de familias
pertenecientes a la oligarquía nacional, posicionan a Andrés Manuel López
Obrador en segundo lugar a sólo 4 millones de votos de distancia de Enrique
Peña Nieto.
Todo parece
indicar pues, que la decisión final sobre quién llegaría al poder los próximos
seis años, está en el voto útil de los jóvenes.
Especialistas
afirman también que EPN va en picada. Es una caída estrepitosa no pronosticada.
Se ha ganado cada vez más el repudio generalizado de jóvenes, principalmente
estudiantes universitarios no sólo del sector público, sino también del
privado.
Le adjudican
lo que algunos aventurados han llamado la 'primavera mexicana' en clara
referencia a la 'primavera árabe' en la que cayeron gobiernos dictatoriales
como los de Hosni Mubarak y Maumar Gadafi.
Realmente es
aventurado pensar en una primavera mexicana pero no lo es pensar en que un
segmento poblacional joven está despertando. Y está haciendo la tarea de una
sociedad que se había caracterizado por un silente hartazgo, por una
indiferencia incomprensible y por una inefable apatía cuando en asuntos
electorales y de gobierno se refiería.
Los
escenarios son dos: ver cómo los jóvenes hacen su parte por tratar de cambiar
el rumbo del país desde la comodidad del sofá frente al televisor o podemos
unirnos y alentar al resto de jóvenes indecisos y apáticos a participar en el
proceso electoral de julio próximo.
Lo importante
es analizar opciones, razonar el voto y sufragar por la opción que mejor les
convenga, pero que lo hagan. Ahí están los números que pueden realmente
redefinir esa desgastada y prostituída palabra: cambio.
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