Hablar de ética y política produce inmediatamente una viva
controversia. Cuando hablamos de ética y política automáticamente nos
encontramos en la población y en su inmensa mayoría, ante la comprobación según
ellos, de que son dos conceptos antitéticos excluyentes, donde hay ética no
puede haber política, y donde hay política no puede haber ética.
Esto lo dice todo el mundo, es más, lo dicen hasta los
propios políticos, gente que están en el seno de la administración, cuando se
defiende que la política consiste en lo que dice Jean Paul Sartre, las manos
sucias (Les mains sales) una obra de teatro escrita por el francés Jean-Paul
Sartre en 1948. El drama explora las diferencias entre el "deber ser"
y el "ser", así como la ambigüedad moral dentro del compromiso
político, y el enfrentamiento entre la "eficacia política" y el
riesgo de comprometer los ideales propios, haciéndose eco de las doctrinas
iniciales del existencialismo. Hay que mancharse las manos por hacer algo.
Pero lo curioso de éste concepto de que la política y la
ética son dos concesiones antitéticas lo vienen manteniendo una parte de la
población y sus representantes, que se presentan a elecciones, en nombre del
politicismo, se presentan en nombre del pueblo que no entienden de ideologías,
que no entiende de partidos políticos, y que, si entiende de que las ideologías
es algo que tiende a desaparecer, y que lo que impera, es la eficacia.
Pero éste mal ya ha llegado a las formaciones políticas,
para empezar a las de la derecha, donde nos dicen que esto no es una cuestión política,
ya hemos visto como presidentes que han llegado de la derecha, dicen que ellos
no son políticos, al hacer esto, explicitan todo lo que la derecha entiende por
política. Pero además cuando se plantea la eficacia como reñida con la ideología,
o reñida con los valores, lo importante es la economía, ésta visión es la que
en estos momentos está imperando no solamente en el poder que predomina, sino también
en una parte muy importante de la población.
Pero la segunda consideración de esta visión de la ética y
la política, viene de la concesión de la ética como una cuestión puramente
personal, es decir, el individuo que se siente ético, se desembaraza del
entorno, se aísla, y practica la ética, dentro de algunos códigos, de tipo
religioso, de tipo moral, de tipo altruista, filantrópico incluso, pero
desconectado de la sociedad. Por tanto, son ejercicios dentro de una torre de
marfil, y que hacen de la ética, algo que no tiene nada que ver con el entorno
social, ni con los problemas que en este momento asisten. Es la filosofía de
estas figuras incorruptas, que no se mezclan con la realidad y que practican
una ética de laboratorio, de vitrina, de museos.
El dilema es viejo, muy viejo, entre ética y política, pero
si queremos empezar hacer una reconciliación entre estos dos conceptos, sabremos
que es difícil y que desde luego sobre el papel la cuestión está clara, pero en
el ejercicio y en la práctica, es una tarea difícil, pero que hay que estar
permanentemente intentándolo.
Cuando diferenciamos la ética de las convicciones y la ética
de la responsabilidad, el panorama es más desalentador, llamamos ética de las
convicciones a los valores que todos esgrimimos, la honestidad, la honradez, la
moralidad, la austeridad, la ecuanimidad. Y la ética de la responsabilidad es
la del gobernante, entonces a la primera le llamamos la ética de los santos, santos
religiosos, o santos laicos, que mueren en nombre de principios aislados, pero
en el momento en que se deciden a dar un paso a la ética de la responsabilidad,
tienen que renunciar, a eso que llama Jean Paul Sartre (Les mains sales) las
manos sucias, tienen que renunciar a la virginidad de la no contaminación.
Bien, esto, sin embargo, que se nos plantea permanente
mente, no hay más que una manera de poderlo abordar, desde un cierto
instrumental y de armarnos de valor, como podemos situar el problema y cómo
podemos resolverlo.
¿Cómo podemos hacerlo? a lo largo de la historia uno se
encuentra, que siempre ha habido una intensión, unas ganas de poder codificar
la conducta humana, para evitar que la naturaleza del ser humano, se enfrente
con el propio ser humano. De ahí surgen las leyes, los distintos códigos y,
doctrinas religiosas, hay una lucha permanente por intentar fijar lo que el ser
humano tiene que hacer, y prohibirle lo que no tiene que hacer. En algunos
casos referida a una divinidad, que dicta las normas para que la humanidad,
producto de su creación, vaya por el camino correcto, y la que no, es sancionada
y condenada al infierno o a lo que cada religión plantee.
El caso es que, esto es cierto hasta que la modernidad en el
concepto exacto de los términos de Jack Monod quien fue premio nobel de
medicina en 1965, viene aclarar lo
siguiente, el que haya seres humanos en el planeta tierra, es hijo de las más
tremendas de las casualidades, del azar, se han tenido que dar una serie de
condiciones, para que la vida surja y hayamos llegado a este momento de la
naturaleza cuajada en el ser humano, el caso es que por ahora, todavía no se ha
encontrado y se está intentando, la búsqueda de que haya otros seres
inteligentes en todo el universo. Por ahora no aparece, en consecuencia, la
afirmación de Monod de que somos hijos del azar, parece por ahora que tiene una
cierta confirmación. “Estamos solos en el universo, nadie es testigo de
nuestros crímenes” es una frase terrible de Martin Jaifer en 1927 y a quien Jack
Monod se refiere.
Aquello que era desolador por que anulaba toda esperanza, o
toda capacidad por remontar la situación lo intenta a su manera de corregir Monod
cuando plantea la premisa de que hemos llegado aquí, nos encontramos que el
azar ha dado origen a la vida humana y que está, a través de distintos
desarrollos y distintas mutaciones ha generado al actual ser humano, en el cual
se da una contradicción fundamental, por una parte está la animalidad, las
pulsiones necesarias, para enfrentarse a otros, y quitarle las cosas, marcar su
dominio, como hacen los animales, es decir la agresividad propia de esa
naturaleza, que tiene que luchar por mantenerse.
Pero ha surgido el germen, de algo totalmente nuevo, la
inteligencia, es el momento en que el cosmos la naturaleza se piensa a través
de la rudimentaria, primero inteligencia del ser humano, surge la conciencia, y
entonces surge una ambivalencia, por una parte, la animalidad, y por otra parte
el deseo de corregir las pulsiones, que son peligrosas para el colectivo de esa
animalidad.
El deseo de fijar normas, el deseo de fijar ámbitos de
reglas, que permitan que la conducta humana no se guie solamente por los
instintos animales, eso a través de la historia, culmina según Mono en lo
siguiente. “Solamente es posible sin renunciar a nuestra condición de
animalidad, buscar dentro de la naturaleza de la inteligencia de los deseos,
algo a través de un instrumento que llamamos ética del conocimiento, la búsqueda
de la superación de éstos problemas” la ética del conocimiento para Jack Monod
no es ni más ni menos que una guía, una norma de conducta, que nos debe servir,
para que esta excepción en el universo pueda poner en marcha toda su
potencialidades y desarrollar la raza humana, con todas las posibilidades que
lleva implícita.
Es decir, ya que estamos aquí por cuestiones del azar, esto
que tenemos aquí el desarrollo de la vida, y la vida inteligente como podemos
aprovecharlo para superar estas negatividades, que nos da el desarrollo de la
vida. Esta es la ética del conocimiento que significa que el desarrollo de la inteligencia,
que el análisis, que la voluntad de usar los instrumentos que nos da la ciencia
y las conquistas de la ciencia, deben ponerse al servicio, del desarrollo
humano, pero para que esto sea posible, todas las técnicas humanas, todas las
posibilidades de desarrollo, tienen que ponerse al servicio de que la raza
humana por lo menos coma todos los días, tenga una ropa que ponerse, y tenga un
techo, para que sea posible que la creatividad, no siga dependiendo de las
urgencias de cada día como cualquier animal, que tiene que cazar, para poder
comer.
Realmente existen muchas cosas que podemos tener en común, ¿qué
es lo que hace falta? ponerlas en común, y crear conciencia, por tanto, que todo
el mundo ponga en común sus programas, sus propuestas, sus creencias y sus
valores, lo primero es el proyecto y después en función de eso, la organización
para ese proyecto. Pero también tenemos que decir la verdad, hay que decirle a
nuestro municipio la verdad, y después, por último, plantear el ejercicio de la
política, como algo que la gente vea como una función, como un conjunto de
ciudadanos, que, de manera, sino provisional, transitoria, ocupan el lugar de
ejercer esto tan noble como es la función política.
Claro esto significa cambiar a lo que da origen la misión actual
de la política y los políticos, que es lo que todo mundo ve, que la política es
una profesión, y claro hay que demostrar que no es una profesión, que es una
dedicación en función de unos valores, y de unos objetivos, y que por tanto hay
que combatir eso, y combatir eso significa, desde los que militan en partidos
políticos, y de nosotros mismos, que participamos en esto, armarse de
paciencia, y entrar en el colectivo y comenzar a levantar todas las coartadas
que en ese mundo existen, para dignificar la función política, y es curioso
siempre se habla de dignificar la función política, en base a tener un
magnifico carro, un magnifico salario, y un tratamiento distinto al de los
demás. Cuando resulta que la función política se debe dignificar solamente con
una cosa “el ejemplo”.
Y por último pongo un ejemplo, un alcalde con un pantalón vaquero
y con una camisa sencilla, que vaya a su despacho atender a sus ciudadanos,
pero que dé el ejemplo de austeridad, y austeridad no es ejemplo de menesteroso,
sino de austeridad en el sentido más profundo, de adecuar las necesidades, y
poder solucionarlas, administrando lo que hay, ese alcalde por poner un
ejemplo, tiene una autoridad tremenda, porque simple y sencillamente es el que
cumple, y esto en política es fundamental.
Bien es así como podemos sintetizar todo lo que hay de potencial
de desarrollo en el contexto de ética y política un dilema muy viejo. Y que hoy
en la actualidad muy lejos de ser aplicado. Ética y política valores para un buen gobierno.
Jaque al Rey
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