domingo, 31 de marzo de 2013

Moralizar al gobierno

Por Andrés Manuel López Obrador
FRAGMENTO de su libro La Mafia que se Adueñó de México

Es necesario cambiar la forma de hacer política. Este noble oficio se ha pervertido por completo. Hoy la política es sinónimo de engaño, arreglos cupulares y corrupción. Los legisladores, líderes y funcionarios públicos están alejados de los sentimientos del pueblo; sigue prevaleciendo la idea de que la política es cosa de los políticos y no asunto de todos.

Este desprecio por la gente no es más que el reflejo de la falta de convicciones y principios. Por eso quienes se dediquen al quehacer público, deben tener ideales y entender la política como imperativo ético y servicio a la comunidad.

Para ello no necesariamente hay que convertirnos en teóricos de la política, sino estar dispuestos a aprender y a poner en práctica lecciones sencillas de dignidad, congruencia, honestidad y amor al pueblo. Y siempre he creído que la enseñanza mayor está en la historia de nuestro país. Que más digno para un mexicano, que seguir el ejemplo de Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero, Villa, Zapata, Flores Magón y el general Lázaro Cárdenas.

En la actualidad, la llamada clase política se distingue por el cinismo: ministros de la Corte, diputados, senadores, gobernadores y funcionarios públicos del más alto nivel, independientemente de que incurren con frecuencia en actos de corrupción, cobran sueldos elevadísimos y son de los mejores pagados del mundo; tienen atención médica privada, cajas de ahorro especial y gozan de muchos otros privilegios que resultan ofensivos, sobre todo en épocas en que la gente padece por la crisis económica y la falta de bienestar social.

En pocas palabras: le cuesta mucho al pueblo mantener al gobierno. Y ente ello, no hay más que hacer valer la política de austeridad republicana, el ejemplo de Juárez y los liberales: el apego al principio de la justa medianía en que deben vivir los servidores públicos. Y a partir de esta idea, debe revisarse todo el funcionamiento de gobierno.

La austeridad no sólo es un asunto administrativo, sino de principios; la austeridad significa rigor y eficiencia, pero también justicia. No es aceptable un gobierno rico con un pueblo pobre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario