Benedicto XVI
clausuró ayer el encuentro de Milán y anunció que Filadelfia tomará el relevo
en 2015
Benedicto XVI
vuelve a Roma con otra cara. Durante tres días ha sentido en Milán el abrazo de
una multitud de fieles venidos de más de 150 países y ha podido alejarse del
difícil ambiente que, en los últimos tiempos, se vive en la Santa Sede por las
filtraciones de documentos confidenciales. En la gigantesca explanada del
antiguo aeropuerto de Bresso, a las afueras de Milán, estuvo arropado por el
millón de personas que participaron en la misa que puso fin al VII Encuentro
Mundial de las Familias.
El ambiente era
el de las grandes ocasiones en las que la Iglesia católica muestra su
universalidad. Había familias venidas de todos los rincones del mundo, como
reflejaba la marea multicolor de banderas, padres con niños de todas las
edades, abuelos con sus nietos, sacerdotes, religiosas, 50 purpurados y 300
obispos. Los congregados dedicaron una larga y cálida ovación al Pontífice
cuando el cardenal Ennio Antonelli, presidente del Pontificio Consejo para la
Familia, le agradeció su presencia en el encuentro.
Durante su
homilía, el obispo de Roma exaltó el valor de la familia. Dijo que se trata de
una vocación «no fácil de vivir» en el mundo de hoy, pero sustentada en el
amor, una «realidad maravillosa» y la «única fuerza que puede verdaderamente
transformar el mundo». El análisis de Benedicto XVI sobre la institución
familiar no desdeñó su mayor fracaso, el divorcio. Como ya había hecho la noche
anterior durante la vigilia, tuvo palabras de cariño para los católicos que han
visto cómo sus matrimonios acababan en separación. «El Papa y la Iglesia os
sostienen en vuestra dificultad. Os animo a permanecer unidos a vuestras
comunidades, al mismo tiempo que espero que las diócesis pongan en marcha
adecuadas iniciativas de acogida y cercanía», manifestó.
Concepción
utilitarista
Antes de pedir
que se haga realidad un «equilibrio armónico» entre la familia, el trabajo y la
fiesta, el Pontífice criticó el sistema económico actual, en el que prima la
«concepción utilitarista del trabajo». Para lograr el «bien de la familia» y
poder construir «una sociedad más justa» se debe rechazar la «lógica unilateral
del provecho propio y del máximo beneficio», que provoca desigualdades, contaminación
medioambiental y una carrera consumista que empobrece a las familias.
Retomando el
tema del Encuentro de Milán, «La familia: el trabajo y la fiesta», el Papa
analizó este último elemento destacando la necesidad que el hombre tiene del
descanso y de la fiesta. «Para nosotros, cristianos, el día festivo es el
domingo», recordó, enumerando la triple importancia de esta jornada: «es el día
de la Iglesia», «el día del hombre y sus valores» y «el día de la familia».
Pese al «ritmo frenético de nuestra época», no hay que olvidar que el domingo
es «como el oasis en el que detenerse para saborear la alegría del encuentro y
calmar nuestra sed de Dios».
Durante el
Ángelus, Benedicto XVI animó a todos a ser solidarios con «las familias que
viven mayores dificultades», debido a la «crisis económica y social» o a
catástrofes como el reciente terremoto en la región italiana de Emilia Romaña.
Concluyó anunciando la sede del próximo EMF, que en 2015 se celebrará en la
ciudad estadounidense de Filadelfia. Será la octava edición de este evento que
en 2006 tuvo lugar en Valencia.
El recuerdo a
las víctimas de los terremotos en Emilia
Romaña ha sido una constante en el VII Encuentro Mundial de las Familias. Esta
preocupación tuvo su colofón al finalizar la misa de ayer, cuando monseñor
Erminio De Scalzi, obispo auxiliar de Milán, anunció que de las ofertas
realizadas al Papa en ocasión de la visita 500.000 euros serán dedicados a las
personas más golpeadas por los seísmos.
2.700 familias,
dispuestas a evangelizar China
La Feria de
Milán recogió ya por la tarde algunos frutos de este Encuentro Mundial de las
Familias de la mano del Camino Neocatecumenal: 2.700 familias se ofrecieron
para la Nueva Evangelización en China. Mientras Benedicto XVI volaba de nuevo
rumbo al Vaticano, el cardenal George Pell, arzobispo de Sídney, presidió el
encuentro en el que participaron más de 40.000 personas, familias y jóvenes, en
su mayoría. El cardenal de Madrid, Rouco Varela, el arzobispo de Alcalá, Reig
Plà, y el obispo de Murcia y Jerez asistieron a la cita. A ellos se unieron
obispos de Brasil, Francia y México, entre otros países. Los iniciadores del
Camino Nenocatecumenal, Kiko Argüello y Carmen Hernández, acompañados por el sacerdote Mario Pezzi, fueron los
llevaron adelante la predicación, que vivió su momento más álgido en la llamada
vocacional. Más de 70 chicos y 100 chicas se mostraron dispuestos a evangelizar
en la ciudad asiática, informa Álvaro de Juana.
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